domingo, 15 de diciembre de 2013

PODEROSO SE ALZA EN MY - Parte 1



 PRÓLOGO

            Esperaba con especial fervor el Samhain del año 2013 de nuestra Era Común. Todos los años vivo con expectación este tiempo, pues grandes y pequeños eventos de mi historia personal han tenido lugar este día. La razón de mi espera era la publicación de Poderoso se alza en My, el primer disco de PYLAR.
            Reservé para su escucha la noche siguiente, a la sazón un sabbath, acompañado de pan, queso y vino, vistiendo camiseta de PYLAR, mi inseparable Pimiento sobre la testa, y cierta predisposicón a lo que iba a afrontar. Pequeños textos crípticos sobre alquimia, tarot, música de las esferas, sabiduría druídica, y misteriosos vídeos de algunos de sus miembros en lugares de poder de la geografía andaluza realizando lo que parecían extraños rituales, ejercieron en mí una gran atracción, pero fue sin embargo la escucha de demos de algunas de sus ideas musicales, publicadas a lo largo de ese año, lo que concentró poderosamente mi atención.
            También el concierto al que tuve el gusto de asistir en Sevilla el 5 de abril, y cierto trato, no por ocasional menos apreciado, que tengo el honor de mantener con algunos de sus miembros, y el conocimiento algunos de sus trabajos musicales previos, causaron esta cierta predisposición a que me refiero.
            Ah, pero uno sabe que anda sobre la senda del conocimiento cuando a pesar de su poca o mucha sabiduría tiene el corazón abierto, y el encanto y la zozobra, la sorpresa, en fin, le salen al paso a pesar de cualquier juicio previo. Que la simple escucha de música brinde, aparte de entretenimiento lúdico, la capacidad de evocar en la imaginación secuencias cinemáticas tangibles como el teclado con el que escribo estas palabras ahora mismo, centrarle en experiencias durante instantes en donde la concepción profana del tiempo carece de sentido alguno, y nutrirle de visiones poderosas, sólo puede calificarse de acontecimiento mágico.
            Así pues, esto ha sido decidido in illo tempore: ofreceré mi experiencia de la primera escucha de Poderoso se alza en My. Mi narración no se refiere tanto a la experiencia en tiempo lineal de un individuo dotado de ego e historia, sino más bien a la de un observador virgen implicado en el mismo acto de experimentarla, pues así me fue dado vivirla. Empero, antes de dar comienzo, permítaseme hacer un poco de historia, pues me parece pertinente.
            La génesis del Numinoso Círculo Atlante se remonta, hasta donde conozco, al año 2005 de la Era Común. Ese año tres hierofantes bajo el nombre de Orthodox aunaron inquietudes y esfuerzos para gestar una obra que a día de hoy es considerada ya un hito en la escena musical ibérica. Me refiero a Gran Poder. Tratar de describir el efecto que con el tiempo han causado en mí sus cuatro piezas sería una tarea que excedería el propósito de este texto. Baste decir que la considero una piedra de toque en el camino de mi trascender por medio de la contemplación del Arte. Gran Poder plasma un sentir particularmente andaluz de su tiempo y de la historia de la Música, de una ortodoxia propia, un entendimiento de la concepción musical más declaradamente profana del siglo XX, a la vez y en suma, la simbiosis de una implementación personal y verdadera del concepto de metal como música con vocación de sobrepasar cualesquiera límites, y el acervo cultural de sus progenitores. A Gran Poder le siguieron Amanecer en Puerta Oscura, que puede ser descrita como una suerte de tránsito a través de la noche oscura del alma, desde su ilusionante comienzo hasta el apogeo, pasando por fases de atasco, rigidez litúrgica, y tender a ciegas un puente sobre el Abismo. Y Sentencia, tristemente poco entendida por quienes no han llegado a ser capaces de superar la forma sólida, patrones y conceptos repetidos largamente. Sentencia el terror blanco, inspirada en la obra maestra de Herman Melville, en la égida del gnosticismo cátaro, un trabajo que supo aunar in extremis tradiciones musicales en principio contrapuestas, tradiciones populares y  clásicas del espacio que la vio nacer.


            Tras la gestación de tan singular trilogía, otros indudablemente influenciados en no desdeñable medida por la suerte de clima creativo que Orthodox supo alumbrar, abrieron otros caminos, partieron en otras direcciones, y llegaron a vislumbrar diferentes facetas del Gran Lienzo. En interés de la historia que trato de exponer someramente, debe hacerse mención pues de Blooming Látigo, otra agrupación de visionarios que han tenido el arrojo de ejecutar obras que, apoyándose en tradiciones contemporáneas, trascienden sus límites formales y se impulsan -no hallo mejor término- centrífugas, en direcciones insospechadas aún para el oyente experimentado. A una escueta y sin embargo sublime colección de temas a sangre y herrumbre desgarrante, le sigió Esfínteres y Faquires, sutilmente extrema, brutalmente visionaria y catártica, superando cualquier definición estilística en una forma propia que presumo no será repetida, pues se intuye fácilmente que sus autores no han sido atrapados por las fuerzas gravitatorias de su creación. Baste como prueba su última publicación hasta la fecha, Testa Exenta, suite que denota una maestría que contrasta con la frescura propia de la ausencia de lastre artístico.


            La obra de Orthodox hasta la fecha concluye, si exceptuamos otras quizá menos ambiciosas, pero no menores en importancia cuando se trata de conocer los caminos, con Baal, un ancla a tierra cuyos extremos despuntan hacia lo alto. Himnos de aproximación, asedio y batalla, que sin embargo cuentan con un prólogo, y sobre todo un epílogo cargado de significación para entroncar con mi testimonio. Baal se abre con Alto Padre, composición que puede ser entendida como un ceremonial de vela de armas: compromiso con el esfuerzo en el viaje y la lucha que han de acontecer, y también en una suerte de reverso moebiusiano, por su paralelismo tanto espiritual como formal, de Alabama del maestro John Coltrane. Quizá las armas van a servir a los actos para los que fueron forjadas, se va a ejecutar un sacrificio, la sangre propia y la sangre ajena será vertida en un mismo receptáculo. Ábrase la Tierra, pues, retornen los hijos a la Madre, sean dioses y hombres fundidos en el crisol de su sagrado Vientre, para que puedan nacer de nuevo.


PODEROSO SE ALZA EN MY


            La llovizna posterna y hace temblar a los que quedamos en pie. El rojo y el líquido gris del sol que se retira nublan mi vista. Tiemblo de frío y expectación, huelo el aroma fecundo de la tierra que empieza a imponerse al hedor de la sangre y la carroña. La Madre se alimenta.
            Dos ya han partido hacia el sureste en busca de otro conocimiento, pero Bar-Gal, el brujo, permanece en pie al lado del dolmen sobre la loma, mirando hacia el oeste, buscando la luna. Los ecos de los pulsos eléctricos que conjura cesan cuando el cielo por fin adquiere el color del plomo, y se hace el silencio al detenerse el mundo. Bar-Gal nos mira uno por uno a los ojos, una mirada severa y hermana que conforta el corazón, y por último levanta la vista y sonríe cálidamente. El canturreo alegre y un tanto retorcido, y el traqueteo a nuestra espalda son prueba de que la rueca vuelve a girar. Todos nos volvemos y sonreímos, es Lengua de Carpa conduciendo el carromato rojo, azuzando firme pero cariñosamente los bueyes negros. Trarames, maestro de los vientos, retira la tela y se sienta en el pescante al lado de Lengua de Carpa, levanta un brazo y se ríe con estrépito a modo de saludo.
            Todos nos relajamos y empezamos a acomodar nuestras ropas y nuestras armas, pero Bar-Gal nos conmina a dejar los metales, pues para el viaje que estamos por emprender, más que como herramienta servirían de estorbo. La única arma que ha de servirnos no se templa con la fuerza y la destreza de los brazos, ni por el poder del agua y el fuego, sino que es la voluntad del espíritu quien la impulsa y quien a la vez ha de supeditarse a ella: la imaginación.
            El carromato rojo ya ha llegado a nuestro círculo, Trarames baja de un salto y nos saluda. Lengua de Carpa retira el telón rojo que cubre la parte trasera del carro y Gamaheo, maestro rítmico, aparece entre dos marmitas llenas de sopa humeante que huele deliciosamente. Ayudamos a bajar las ollas, un odre de vino, pan y escudillas que nos vamos repartiendo. Abrazo a Lengua de Carpa, mi corazón se alegra al contemplar tu sonrisa y el brillo de tus ojos, compañero, y se alegra doblemente con el olor de estas delicias que traéis.
           Todos nos sentamos lo más cómodamente posible al pie de la colina, disfrutamos del descanso y de la comida, hablamos y reímos quedamente. El único calor que nos acompaña es el que el vino infunde a nuestros corazones y el que nos proporciona la mutua compañía, pues antes de lo estamos por afrontar ya no debemos llamar la atención, y no podemos permitirnos un fuego. Acabada la cena, y tras un rato de descanso y conversación, Bar-Gal se pone en pie y nos habla solemnemente.
            Compañeros de discipulado, esta noche celebramos el Samaín, se están abriendo ya las puertas que comunican los mundos. Vamos a atravesarlas y a contemplar algo lárgamente olvidado, aquello que hay al otro lado del umbral. PYLAR postrará el fruto maduro de su siembra ante todos vosotros, un artefacto para ayudaros a detener el mundo, rescatará una música sagrada de los abismos del mito para que resuene poderosamente en el interior de cada uno de nosotros, para que nos devuelva a un espacio y a un tiempo sagrados, donde celebraremos nuestra imaginación y realizaremos actos mágicos. Queridos compañeros de discipulado, ¡escuchad ahora!

1. El Pylar ha sido alzado.

            Sobre la colina, al pié del dolmen ya se encuentran los cuatro. Lengua de Carpa da comienzo a la liturgia entonando un Om que resuena con todo lo que podemos percibir a nuestro alrededor, el aire, el agua, la tierra, la piedra y la escasa vegetación que nos rodea.
            Gamaheo empieza a ejecutar un ritmo marcial y nos encontramos empujando el carromato rojo bajo la lluvia, somos apenas un puñado al paso que marca Gamaheo, Lengua de Carpa ya está en trance, en pie sobre el carromato, entonando sus cánticos lunáticos, mientras Trarames y Bar-Gal conjuran la tormenta en las cimas de las montañas que circundan nuestra marcha.
            Noto los músculos de mis muslos trenzarse, mis brazos y hombros se fibran y mi cuerpo va entrando en calor a causa del esfuerzo, lo que me permite afrontar cómodamente el frío. Mi mente está en silencio, estoy atento a afianzar los pies en la senda que serpentea hacia arriba como una escalera desigual para formar pasos que permitan a mis piernas, a mi espalda y a mis brazos ejercer el esfuerzo firmemente. Escucho a Lengua de Carpa clamar en el viento, o ¿es el viento quien clama a través de su garganta? Escucho el latido de mi corazón acompasado a la marcha de Gamaheo. Puedo sentir los flujos de estática que teje Trarames, casi puedo verlos.
            A cada compás, Bar-Gal amasa pura energía en sus manos que carga el ambiente, tiene que contenerse mientras permite que la tensión crezca. Puedo olerla, puedo sentirla en mi piel erizando mi bello, nutriendo mis músculos, recorriendo mis arterias.


            Según vamos ascendiendo, mi cuerpo se vuelve más seguro en sus actos y mis sentidos se fijan en lo que nos rodea. Los caminos y vueltas que hemos subido no son azarosos: el suelo bajo nuestros pies está escalonado. Miro a mi alrededor, vuelvo la cabeza, levanto la vista y miro la Luna llena asomar entre las nubes que se mueven veloces en el oeste, y como una revelación aparece en mi mente el destino de nuestros pasos, pues estamos ascendiendo por las escalinatas del ziggurat de Ur. Inmediatamente algo me golpea desde dentro, como un tañido que más que aturdirme me despeja: estoy abriendo los ojos y reconociendo las paredes en la luz particular del salón de mi casa una noche sin luna, estoy sentado sobre el sofá con las piernas cruzadas.
            Pero las imágenes que veo también, la sensación de mis músculos hinchados en acción y el viento imponiéndose sobre el sonido de nuestras pisadas y nuestra respiración siguen resonando en mí. Sigo escuchando el ritmo de Gamaheo, los haces eléctricos de Trarames, y la salmodia desquiciada de Lengua de Carpa.
            Al estallar el trueno mi mente se llena de luz, veo a Bar-Gal de pie unos pasos por encima de nosotros, su rostro concentrado en el esfuerzo, tiene los brazos alzados. Miro hacia arriba y puedo observar cada gota caer desde el cielo, iluminada por los rayos que Bar-Gal invoca rítmicamente, una misma nota que se desata a intervalos. Una fuerza increíble me inunda, mi cuerpo se siente poderoso, soy consciente del esfuerzo pero no estoy cansado, un torrente de seguridad me recorre y mis facciones y mi vista se afilan, es un placer sentir la tensión en todo mi cuerpo. A juzgar por lo que veo a mi alrededor, mis compañeros deben estar sintiendo algo parecido, y un fuerte sentimiento, como una intuición, me confirma que es así: siento poder, poder que circunda y fluye entre todos los miembros de la procesión. Bar-Gal sigue atronando, descarga toda la energía que ha reunido en oleadas rítmicas concentradas en una sola y poderosa nota de Do, una y otra vez, con furia, como el tañido de una inmensa campana que resonara lo mismo fuera que dentro de mí, como si no hubiera un fuera y un dentro, aunque puedo sentir los límites de mi cuerpo a través de mi piel, mi pelo, la superficie de mis uñas y mis globos oculares, los tímpanos de mis oídos.
            La nitidez de esta visión sin embargo convive dentro de mí con la realidad del salón esta noche, y más que extrañarme, me maravilla no encontrar contradicción alguna en ello.
            No sé cuánto tiempo ha pasado desde que comenzó nuestra marcha, podrían ser horas. Al parecer hemos llegado a la cima de lo que quiera que sea que hemos ascendido y Bar-Gal detiene su tormenta. Todos sabemos lo que hemos de hacer, formamos un círculo alrededor del círculo interior que ya han formado los cuatro maestros. Somos doce.


            Lengua de Carpa continúa su canto, Gamaheo prosigue con su ritmo y Trarames sigue tejiendo flujos. Las ondas sónicas adquieren una nitidez casi táctil, van formando una columna. Entonces Bar-Gal vuelve a liberar la energía en primero en poderosas oleadas y luego en un flujo constante, que se entrelaza con los demás flujos mientras todo el conjunto va adquiriendo la solidez de la piedra, una columna con remate que parece cambiar constantemente en formas que se superponen: volutas semejantes a astas de carnero, cúspide piramidal, hojas de vid, espigas, un travesaño que da al conjunto una forma en T.
            El sonido se apaga por fin con una última oleada, el eco del Om sigue resonando y los cuatro descansan un apenas un instante antes de levantar las cabeza. Todos contenemos la respiración, regocijaos, pues ¡el Pylar ha sido alzado!

2. El más anciano de los errantes.

            Reunidos en la cima bajo la luz de la Luna, el círculo que formamos me recuerda la disposición de Stonehenge, Bar-Gal, Gamaheo, Lengua de Carpa y Trarames forman el cuadro interior, rodeados de nuestras doce formas monolíticas. Entonces Lengua de Carpa da comienzo a un canto que es más un llamada. Las ondas sonoras de su voz quedan suspendidas en el tiempo y comienzan a arrastrarse hacia atrás. Pronto su cara se transmuta en una mueca mezcla de dolor y resentimiento, y su boca comienza a escupir un nombre, una y otra vez: el nombre del aquel que camina de espaldas. El novio de la Diosa, el que fue escarnecido y cargado de cadenas dobla ahora la curva del tiempo dejando un rastro de maldiciones a su paso.
            A través de Tell el-Muqayyar retrocedemos con la mirada fija en la Luna. Escucho el clamor apagado de la multitud que nos rodea, mis ojos atisban sus rostros gimientes, expresiones huecas, congeladas, mudas, brazos extendidos, dedos crispados que intentan asir el aire. Toda obra estéril ha sido demolida in illo tempore, cada palabra falsa que sirvió de sustento a una liturgia vacía, carente de cimiento, desarraigada, muere sin eco en el aire. Toda la acumulación de tesoros arrancados del Vientre de la Tierra retornan a ella ahora. El cuerno de guerra gime, el tambor pagano y el tritono pueblan el viento en el espacio que ocupamos. Lengua de Carpa, el chamán, precede la procesión invocando al Caos y a la Discordia con un fervor firme a la vez que urgente, diríase casi sexual.


            Espíritu de la Luna, ¡recordad! Nanna, Madre de los dioses astrales, ¡recordad! En el nombre de la alianza declarada entre vos y la estirpe de los Hombres, a vos llamo, ¡escuchad y recordad! De las puertas de la Tierra, ¡a vos llamo! De las cuatro puertas de la Tierra, aquí ¡os ruego! Oh Señora Ella de los dioses, que en el Cielo y sobre la Tierra exaltada estás, Señora Nanna de la estirpe de Annu, ¡escuchadme! Señora Nanna llamada Ki, ¡escuchadme! Señora Nanna, Madre de los dioses de Ur, ¡escuchadme! Señora Nanna, Diosa de la brillante corona de la noche, ¡escuchadme! Hacedor de reyes, Progenitor de la Tierra, Proporcionador del Dorado Cetro, ¡escuchadme y recordad! Poderosa Madre, cuyo pensamiento está más allá de la comprensión de dioses y hombres, ¡escuchadme y recordad! ¡Escuchadme y recordad! Puerta de las grandes Puertas de las Esferas, ¡abríos a mí! Maestro de los Igigi, ¡abrid vuestra Puerta! ¡Abrid vuestra Puerta! ¡Abrid vuestra Puerta!
            Tras el tercer llamado siento la inminencia de algo que me hace consciente de una tensión en mi espíritu, en un instante oigo golpear la sangre como martillos en el interior de mi cráneo, y antes de que sepa qué está ocurriendo, Lengua de Carpa tiembla y brama, el chamán es la Puerta que se abre a la violencia del Maestro, de la Semilla y del Secreto. Escucho al Padre revelar a su progenie el dominio del Fuego, la Piedra, el Símbolo y la Máquina.

            ¡Oh, Nanna! Atravesamos la Puerta mientras los ecos del canto de Lengua de Carpa se apagan.


Ahk Phypro
Iniciado del Numinoso Círculo Atlante

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